viernes, 2 de octubre de 2015

Amanecer del Día Final. Quedan 24 horas.

Ya no llueve, pero la tierra tiembla de vez en cuando y la música es cada vez más frenética. La duda ha desaparecido: el final es inminente. El tiempo nunca se detiene, hay que seguir caminando.

Pronto guardaré el ordenador, y no lo sacaré hasta que haya llegado. La próxima vez que escriba ya estaré lejos (o puede que no).

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